miércoles, 5 de mayo de 2010

Capítulo 3

Entré en mi habitación y me senté frente a mi piano dispuesta a calmar nis nervios con la música.
Mis manos se deslizaron suavemente sobre las teclas, estaba casi del todo relajada y evadida de la realidad cuando la puerta de mi habitación se abrío de repente y Susan entró.
-¡Ruby! ¡He dicho que dejes de tocar! ¡Tengo que hacer algunas llamadas importantes y tú ruido me molesta!
La miré intentando fulminarla con la mirada, ¿mi ruido...? ¡Querría decir mi música! No en vano llevaba casi seis años tocando el piano!
-Haz otra cosa más silenciosa, la cena estará pronto - dijo antes de irse de nuevo al salón a seguir hablando con su teléfono móvil de última generación.

Susan era la típica mujer suuuper atractiva, alta y delgada, un tipazo. Como podía permitírselo siempre iba vestida con ropa moderna, elegante y de marcas caras. Tenía el pelo corto, muy moderno también y teñido de negro. A decir verdad siempre llevaba un corte de pelo y un color distinto, después de la calle de las tiendas de lujo el salón de belleza era el lugar favorito de Susan. En fin, la perfecta mujer madura sexy que haría babear a cualquier viudo como mi padre. Mi padre a pesar de tener ya 47 años era un hombre que se conservaba bien, hacía todavía ejercicio, y se resignaba a cortar su melena, fruto de sus años de rockero, a pesar de que Susan le instaba en hacerlo. Uno de los mayores "temores" de mi vida era que un día mi padre entrara en casa de improvisto, sin melena y con bolsas de esas tiendas pijas. Un escalofrío me recorrió, eso ni de coña, ¡puag!

Como quería tener contenta a Susan para que me dejara ir a Hawaii no me quedó otro remedio que hacer otra cosa, pensé el leer un poco, pero la verdad que no me concentraba, así que acabé con mi ordenador portátil entre las piernas, sentada en la cama.

Conecté mi messenger y al instante una ventanita me decía que Lucy estaba hablando conmigo:
-ya ha visto tu padre las notas???
-sí!!!! - tecleé.
-y qué hay de Hawaii??? - escribió ella.
-aún no lo sé, Susan es la encargada de darme permiso PUAAAAG, vaya miiiierdaaaa esa arpía seguro que no me deja, me odia... - escribí.

En aquel preciso instante la voz de mi padre resonó desde el comedor:
-¡Ruby! ¡Sam! ¡Bajad a cenar!
-te tengo que dejar, luego te cuento - le dije a Lucy por el messenger.
-SUERTE!!!! - contestó ella.

Bajé corriendo las escaleras, cuando llegué al comedor Sam estaba sentado junto a Susan, a continuación estaba mi padre, sirviéndose un plato de algo que parecía una de esas comidas sanas y asquerosas que Susan nos obligaba a cenar cuando venía.
Me senté junto a mi padre y miré con asco el menú. Parecían trozos de pescado, recubiertos con una salsa marrón que no tenía muy buena pinta que digamos, y además había varios limones en el fondo de la olla donde estaba servida la comida. Odio los limones. Simplemente no me gustan, no quiero comérlos, ni zumos de limón, ni que en los refrescos me pongan rodajas de limón, absolutamente nada relacionado con el limón, ni los helados ni caramelos. Y Susan lo sabía.
-Creo - dije, lentamente - que prefiero comer otra cosa.
-De eso nada, Susan ha encargado esta comida a un restaurante muy caro, te lo comerás todo - respondió su padre, mientras Susan asentía.
-Papá, ya sabes que Ruby y los limones no se llevan demasiado bien... - comenzó mi hermano, como siempre mi eterno defensor.
-Pues tendrá que ir haciéndose amiga de ellos - contestó mi padre, tozudo.

Con gran asco cogí un trozo de la carne que no estaba demasiado empapado en la salsa apestosa, y evité por todos los medios el limón. Susan me miraba, con una sonrisa maliciosa. La muy zorra había ganado otra batalla. El marcador estaba muy desigual, se inclinaba mucho ha su lado.
-¿Qué tal las notas? - preguntó directamente Susan.
-Bueno, he dejado matemáticas - dije - pero lo demás lo he aprobado.
-Con buenas notas, muy buenas notas -apuntó mi hermano.
-¡Has suspendido matemáticas! ¡Eso es intolerable! ¡Tendrás que estudiar todo el verano para recuperar esa nota! - dijo Susan, haciendose la escandalizada. Parecía que intentaba interpretar el papel de madre preocupada por sus hijos. Lo hacía fatal, pero mi padre era tan iluso que lo veía real.
-Bueno - dijo mi padre -desde luego que tiene que recuperar esa nota..
-¡Desde luego!
Continuamos comiendo en silencio, casi podía a respirar tranquila, ni Susan ni mi padre habían comentado nada de Hawaii,pensaba que estaba salvada, sin embargo Susan dijo:
-Entonces tendré que devolver su billete a Hawaii... o darsélo a mi hermana, ¡seguro que a ella le encantaría venir! Y sería una pena perder ese billete...¿verdad, Anthony? - dijo, mirando a mi padre, esperando su aprobación.
Me hubiera gustado que a continuación mi padre le hubiera dicho que no, que yo iría a ese viaje la primera porque soy su hija y porque me lo merezco, sin embargo dijo, en voz baja, y sin mucha convención:
-Vamos, vamos, Susan...¿de verdad crees que debemos de castigarla? Puede estudiar en Hawaii, por las mañanas, y por las tardes libres...
-¡De eso nada! - se alteró Susan - Anthony, la mejor manera para educar a unos hijos es no darles todo lo que quieran. Esto le servirá a Ruby como lección, la próxima vez que quiera ir de vacaciones tendrá cuidado antes de aprobar.
Mi padre no parecía convencido, Susan suavizó el tono y dijo, mientras le ponía una mano ene l hombro:
-A la larga será mejor para ella, cariño, creéme...

La batalla estaba perdida. Lo supe inmediatamente cuando miré a mi padre a los ojos. De nuevo ponía esa estúpida cara de "Susan es genial, gracias Susan por controrlarme la vida, haré toooodo lo que me ordenes Susan".
-Tienes razón - dijo, mientras mi hermano me miraba con cara de pena y con una mueca que quería decir "lo siento, no hay nada que hacer".
-¡No es justo! - exclamé, dispuesta a pelear - ¡Solo he suspendido una asignatura! ¡Y ella no tiene derecho a dirigir mi vida! ¡Tengo 18 años, y adeás no soy su hija! ¡Papá...!
-Sólo pretendo ayudar, lo que más te conviene es estudiar en verano y centrarte un poco, Ruby...- dijo Susan, de nuevo haciéndose la buena.
-¡Cállate! - grité, mirando a Susan, con aútentico odio - ¡No te soporto! ¡No eres mi madre, jamás serás nada para mi más que una mera lagarta que esta comiendole la cabeza a mi padre!
-¡RUBY! - gritó mi padre, enfadado.
-¡Dejadme en paz! - grité, mientras salía corriendo, con Waldo pisándome los talones.

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