martes, 18 de mayo de 2010

Capítulo 9

Después de cenar subí a mi habitación. ¡Cómo echaba de menos mi ordenador pórtatil! Cogí mi teléfono móvil y llamé a Lucy. No contaba nada nuevo, así que colgué pronto. Luego decidí llamar a Sam. Según mis cálculos debía de haber llegado a Hawaii hacía poco tiempo.
-¿Diga? - preguntó.
-¡Hola Sam! - dije.
-¡hola Ruby! - saludó, contento- ¿Qué tal? ¿Cómo esta el abuelo? ¿Estás estudiando?
-El abuelo y yo estamos bien, tonto, ¡solo ha pasado un día desde que me he ido! - reí - ¿Qué tal Hawaii?
-¡Tonta, que acabo de llegar! - bromeó él, imitándome.
-Pues para tu información he conocido hoy a una chica muuuy simpática y mañana saldré con ella y con su mejor amiga - dije.
-¡Vaya, no pierdes el tiempo, hermanita! - dijo mi hermano, fingiendo sopresa.
Después de un poco de charla más colgué, sin ni siquiera hablar con mi padre. No me apetecía.

Me tumbé sobre la cama y miré fijamente el techo...¡menudo aburrimiento! Mi abuelo tenía una pequeña televisión en el salón, pero se cogían pocos canales y además él estaba viendo el telediario en aquel momento. ¿Qué podía hacer? Ya había echo todas las posibles actividades aquel día: estudiar, leer, dibujar y escuchar música.

Me asomé a la ventana, hacía fresquillo, pero era una temperatura ideal. Cogí mi chaqueta de punto y decidí ir a dar un pequeño paseo.
-¿Puedo ir a dar un paseo, abuelo..? - pregunté.
-Claro, claro... - dijo, de nuevo sin hacerme demasiado caso - pero no tardes mucho en volver.
-¡Vale! - exclamé mientras cerraba la puerta.

Comencé a andar, se estaba muy bien fuera aquella noche. Mis pasos me llevaron al camino lleno de árboles que había detrás de la casa. No sé durante cuanto tiempo andé, pero de repente oí voces y me asusté.
Miré a mi alrededor y me di cuenta de que estaba cerca del lago, pero las voces procedían de la colina que estaba un poco más lejos.
Me agaché entre los árboles y miré en dirección a la colina. Los que hablaban era un grupo de jóvenes de mi edad más o menos. Estaban bebiendo unas cervezas y habían hecho un pequeña hoguera. Algunos de ellos llevaban guitarras. Estaban tumbados sobre mantas, lo que me hizo suponer que iban a pasar la noche allí. No me parecieron peligrosos, solo eran los chicos del pueblo. Los conté, eran siete en total. Uno de ellos me llamó especialmente la atención, no sé por qué. Era un chaval normal, con una melena rizada que le llegaba hasta los hombros y barba de tres días. Llevaba una camiseta de los Rolling Stones, supongo que por eso me llamó la atención, yo tenía una camiseta igual que esa.

Antes de que me vieran me di la vuelta lentamente y me dirigí de nuevo a casa, el paseo nocturno había acabado por aquella noche.

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