lunes, 3 de mayo de 2010

Capítulo 2

Llegué a casa, tenía bastante miedo, cada paso que daba me hacía aumentar un poquito más mi nerviosismo.
Abrí la puerta con cuidado y la cerré a mi espaldas no hacer demasiado, sin embargo mi gato Waldo vino a recibirme como es natural...¡parece que predice el preciso instante en el que entraré en casa! Se coló entre mi piernas e intenta apartarlo de mi:
-No es hora de jugar, Waldo - dije, susurrando.
Entonces, en un descuido el llavero, que aún llevaba en la mano, cayó al suelo haciendo un gran estrépito.
-¡Ruby! ¿Ya estás en casa, cielo? - oí la voz de mi padre desde el salón, estaría leyendo el periódico.
-Sí... - dije, suspirando mientras le sacaba la lengua a Waldo mientras pensaba "¡Me has delatado, bribón!".
-¿Qué tal todo, hija? -. me preguntó a la vez que me besaba en la frente.
-Bien... - dije mientras tragaba saliva.
-¿Te han dado ya las notas hoy?
-Sí...- dije, notando como me echaba a temblar.
-Pues dejame verlas - pidió mi padre extendiendo la mano.
-Toma... - dije sacando el boletín del bolso.

Mi padre comenzó a leer, primero vio los aprobados.
-Muy bien este sobresaliente en historia, ¡y otro en música! Notable en dibujo y en Filosofía. ¡Caray has subido la nota en lengua y literatura! Un momento...¿Un 3 en matemáticas?
Levantó la vista hacía mi, con mirada interrogante.

En ese momento entró mi hermano mayor en el salón con su mochila al hombro. Llegaba de la universidad. Mi hermano Sam estudiaba Derecho, tenía 23 años y nos parecíamos bastante. Ojos oscuros, nariz respingona, éramos altos y delgados... El tenía el pelo castaño oscuro y el mío era una mezcla pelirroja y castaña oscura.

-¿Qué tal, familia? - saludó, como de costumbre.
-¡Tú hermana ha suspendido matemáticas! - exclamó mi padre.
Sam se acercó y miró el boletín, tanto él como yo sabíamos que mi padre me había amenzado con no ir de vacaciones a Hawaii si suspendía.
-Bueno,tan solo ha suspendido matemáticas y estoy seguro de que recuperará en septiembre - dijo, intentando defenderme.
-Mmm... - mi padre parecía algo enfadado, aunque menos de lo que esperaba. A decir verdad me había imaginado a mi padre como un ogro, echando fuego por la boca y con una guillotina cerca.
-Venga papá, no puedes castigarla sin vacaciones, no es justo, recuerda que hace dos años repitió curso y tenía unas notas horribles, ¡ahora parece otra! ¡Estudia el triple! Y ten en cuenta de que este ha sido su primer año de bachiller... ¡Tienes que dejarla ir!
-Tengo que hablarlo con Susan - dijo mientras se rascaba la barbilla pensativo.
Mi hermano y yo nos miramos, sabíamos lo que significaba aquello: adiós a mis vacaciones.

Mi madre había muerto hacía 9 años, y mi padre llevaba casi dos saliendo con la horrible Susan.
Al principio Susan y mi padre quedaban para ir a cenar y cosas así, pero últimamente Susan pasaba más tiempo en nuestra casa que en la suya, de hecho venía todos los días a comer y pasar la tarde en casa o incluso a cenar y dormir también con nosotros.
Mi padre la adoraba, a mi me gustaba mucho verle feliz, pero odiaba a Susan. Nunca me cayó bien, desde el primer momento desconfié de ella, era muy pija, de esas que se gastan medio sueldo en ropa, joyas, peluquería y tratamientos de belleza. Cuando mi padre estaba delante fingía ser la madre perfecta. Me molestaba muchísimo que influyera tanto sobre mi padre, ¡era el colmo que tuviera que hablar con ella sobre si debía darme permiso para ir a Hawaii!
Se habían conocido en el trabajo de mi padre, ambos eran periodistas, pero mi padre trabajaba en el periódico local y Susan en uno nacional, con lo que tenía bastante dinero y podía permitirse algún que otro lujo e incontables caprichos.

-Papá... - comencé a quejarme.
-Nada de protestas, esta noche lo hablaremos en la cena.
¡Perfecto, otro día más cenando en compañía de Susan! ¡Aquello iba de mal en peor!
Subí las escaleras junto a Sam y nos separamos en el pasillo, cada uno rumbo a su habitación.
-¡Necesitarás muuucha suerte, hermanita! - dijo mi hermano antes de que yo diera un portazo con rabia, mientras Waldo me miraba desde la escalera con tristeza.


No hay comentarios:

Publicar un comentario