miércoles, 19 de mayo de 2010

Capítulo 10

A la mañana siguiente estuve estudiando matemáticas por la mañana en el escritorio de mi habitación, mientras mi abuelo estaba cortando el césped del jardín y plantando flores.
Después de comer esperé impaciente a Anna y su amiga Helen, deseaba estar con gente de mi edad, aunque fueran dos desconocidas.

A la seis en punto llegaron ambas. Helen era una chica alta y con una larga y lacia melena negra. Tenía la piel muy blanca y vestía con ropa deportiva de color verde. Anna aquel día se había puesto unos pantalones vaqueros cortos y una camisa blanca que le quedaba al menos tres tallas grande.

Yo en cambio llevaba mi larga melena castaña ondulada recogida en una coleta y unos vaqueros hasta las rodillas, con una camiseta de tirantes negra.

-Esta es Helen, Ruby - presentó Anna.
-Hola - saludé.
-Encantada - respondió Helen, sonriendo.

Comenzamos a pasear y Helen preguntó:
-Bueno, ¿qué impulsa a una chica de ciudad como tú a venir a este pueblecito a "desperdiciar" su verano?
-Es que - repliqué - no estoy aquí por gusto. He suspendido matemáticas y mi padre me ha mandado aquí a pasar el verano con mi abuelo.
-Pero..¿era necesario venir con tu abuelo? - preguntó Helen - ¿No podías estudiar en la ciudad?
Ahora llegaba la parte que no me gustaba contar de mi historia. Con un suspiro expliqué:
-Mi padre, mi hermano y la novia de mi padre estan en Hawaii. Mi castigo inicial era no ir a Hawaii si suspendía... y al final resulta que también he tenido que venir a casa del abuelo.
Anna se sorprendió:
-¡Qué mal! ¡Menudo viaje te estás perdiendo...! - luego dijo, sonrojándose - ¡Uy, perdón! ¡Qué poco tacto tengo, parezco tonta!
-Tranquila - dije, sonriendo - ya lo he aceptado. La culpa en realidad es de la novia de mi padre, me odia. Supongo que sonará a tópico, pero es la verdad...

Llegamos cerca del lago, justo donde yo había estado anoche paseando. Helen se tumbó en la hierba, apoyada en el tronco de un árbol. Yo la imité, mientras Anna se tumbaba directamente sobre la hierba.
Estuvimos un rato en silencio, mientras nos relajabamos y escuchábamos los sonidos del campo. Anna cerró los ojos mientras sonreía.
-Qué bien se esta aquí - comentó Helen - lástima no haber traído algo para comer y beber.
-Sí.. - dije - Ayer por la noche vine a pasear por aquí y había un grupo de chicos allí, en la colina.
-Sabemos quiénes son... - dijo Anna.
-¿Son vuestros amigos? - pregunté, con curiosidad.
-No exactamente... - dijo Anna. Parecía que no le apetecía mucho hablar del tema.
-¿Pero por qué? ¿Os caen mal o qué? - interrogé.
-Verás - comenzó Helen - en el pueblo ya sabes que hay poca gente joven. Pues ellos se divierten haciendo esas cosas, tocan la guitarra, beben cerveza y salen por las noches a acampar junto al lago, es su forma de diversión. Muchas de las chicas les acompañan a veces, supongo que para hacerse las interesantes porque los otros que no van con ellos al lago tienen fama en el pueblo de "pardillos", ya sabes...
Asentí.
-Nosotras alguna vez les hemos acompañado porque las otras chicas insistían - explicó Anna- pero no son precisamente de nuestro agrado.
-¿Pero por qué? - volví a preguntar - ¡No me parece que sea para tanto...! Me parece divertido ir de acampada, ayer no les vi hacer nada malo.
-No es que hagan nada malo - explicó Helen - Es que simplemente no nos gusta su rollo. Algunos son simpáticos, pero otro son unos aútenticos bordes y creídos...

Nos quedamos en silencio, yo no seguí interrogandolas.

Después continuamos hablando de otros temas, y cuando nos dimos cuenta ya era bastante tarde y decidimos volver.
-¡Mañana volveremos a salir!- dijo Anna.
-¡Claro! - contesté.
-Misma hora mismo lugar - dijo Helen.

Entré a casa feliz, Helen y Anna me habían caído muy bien, el verano ya no resultaría tan aburrido.


martes, 18 de mayo de 2010

Capítulo 9

Después de cenar subí a mi habitación. ¡Cómo echaba de menos mi ordenador pórtatil! Cogí mi teléfono móvil y llamé a Lucy. No contaba nada nuevo, así que colgué pronto. Luego decidí llamar a Sam. Según mis cálculos debía de haber llegado a Hawaii hacía poco tiempo.
-¿Diga? - preguntó.
-¡Hola Sam! - dije.
-¡hola Ruby! - saludó, contento- ¿Qué tal? ¿Cómo esta el abuelo? ¿Estás estudiando?
-El abuelo y yo estamos bien, tonto, ¡solo ha pasado un día desde que me he ido! - reí - ¿Qué tal Hawaii?
-¡Tonta, que acabo de llegar! - bromeó él, imitándome.
-Pues para tu información he conocido hoy a una chica muuuy simpática y mañana saldré con ella y con su mejor amiga - dije.
-¡Vaya, no pierdes el tiempo, hermanita! - dijo mi hermano, fingiendo sopresa.
Después de un poco de charla más colgué, sin ni siquiera hablar con mi padre. No me apetecía.

Me tumbé sobre la cama y miré fijamente el techo...¡menudo aburrimiento! Mi abuelo tenía una pequeña televisión en el salón, pero se cogían pocos canales y además él estaba viendo el telediario en aquel momento. ¿Qué podía hacer? Ya había echo todas las posibles actividades aquel día: estudiar, leer, dibujar y escuchar música.

Me asomé a la ventana, hacía fresquillo, pero era una temperatura ideal. Cogí mi chaqueta de punto y decidí ir a dar un pequeño paseo.
-¿Puedo ir a dar un paseo, abuelo..? - pregunté.
-Claro, claro... - dijo, de nuevo sin hacerme demasiado caso - pero no tardes mucho en volver.
-¡Vale! - exclamé mientras cerraba la puerta.

Comencé a andar, se estaba muy bien fuera aquella noche. Mis pasos me llevaron al camino lleno de árboles que había detrás de la casa. No sé durante cuanto tiempo andé, pero de repente oí voces y me asusté.
Miré a mi alrededor y me di cuenta de que estaba cerca del lago, pero las voces procedían de la colina que estaba un poco más lejos.
Me agaché entre los árboles y miré en dirección a la colina. Los que hablaban era un grupo de jóvenes de mi edad más o menos. Estaban bebiendo unas cervezas y habían hecho un pequeña hoguera. Algunos de ellos llevaban guitarras. Estaban tumbados sobre mantas, lo que me hizo suponer que iban a pasar la noche allí. No me parecieron peligrosos, solo eran los chicos del pueblo. Los conté, eran siete en total. Uno de ellos me llamó especialmente la atención, no sé por qué. Era un chaval normal, con una melena rizada que le llegaba hasta los hombros y barba de tres días. Llevaba una camiseta de los Rolling Stones, supongo que por eso me llamó la atención, yo tenía una camiseta igual que esa.

Antes de que me vieran me di la vuelta lentamente y me dirigí de nuevo a casa, el paseo nocturno había acabado por aquella noche.

lunes, 17 de mayo de 2010

Capítulo 8

Cuando llegué a casa el abuelo no estaba aún. Desempaqué las cosas que había comprado y me pusé a hacer algo de comer. Preparé una tortilla de patata, sobraría para el abuelo.
Después de comer estuve escuchando algo de música mientras pintaba. De repente oí un ruido y me asomé a la ventana: se trataba del abuelo, acompañado de Anna, la chica pelirroja del pueblo, y un señor mayor, supuse que se trataba del abuelo de Anna.

-Hola - saludé de buen humor.
-Charles - dijo mi abuelo - esta es mi nieta Ruby. Ruby, este es mi amigo Charles y su nieta, Anna, tiene tu misma edad...
-¡De hecho ya nos conocemos! - dijo Anna, feliz.
Yo también sonreí.
-Toma algo, Charles - dijo mi abuelo, entrando en la casa a por una cerveza.
-Solo una cerveza, Paul... - dijo Charles, siguiéndole.

Mientras nuestros abuelos tomaban una cerveza yo me senté en el escalón del porche junto a Anna.
-¿Qué tal? - pregunté, intentando darle conversación.
-¡Oh bien! - dijo. Luego miró a su alrededor y dijo - Lamento ser pesada...pero,¿de verdad que no te apetece salir con nosotras? ¡Tienes que aburrirte aquí sola todo el día!
Puede que si cualquier otra persona hubiera dicho aquella frase me hubiera parecido mal, pero Anna realmente me había caído bien y apreciaba que hiciera el esfuerzo de meterme en su pandilla de amigas.
-Bueno... - dije, encogiéndome de hombros - en realidad no estoy aquí por un viaje de ocio, tan solo forma parte de un castigo que me puso mi padre... o mejor dicho, la novia de mi padre.
-Ajá...- dijo Anna.
Estuvimos un rato en silencio. Anna jugueteaba con una brizna de hierba y yo mientras me entretenía en mirarme los cordones de mis zapatillas de deporte negras. Oímos como su abuelo decía que era hora de marcharse. Anna se levantó y me dijo:
-Ruby... Mañana por la tarde voy a salir a dar un paseo con mi mejor amiga, Helen. Si quieres podemos pasarnos a buscarte... Te lo pasarás bien.
-Mmm esta bien - accedí. Ya que iba a pasarme toda la mañana estudiando matemáticas no estaría mal distraerme por la tarde.
Anna sonrío:
-Mañana a las seis de la tarde te recogeremos aquí, ¿vale?
-Perfecto - asentí.
Nuestros abuelos salieron de la casa. Mi abuelo y yo nos despedimos de ellos y luego cenamos.
-Abuelo, mañana voy a salir por la tarde con esa chica, Anna, y con su amiga Helen.
-¡Claro! - dijo mi abuelo, sin prestarme demasiada atención.
Era fácil vivir con el abuelo, me ignoraba.




Capítulo 7

Abrí los ojos lentamente, cegada por la claridad que entraba por la ventana. Busqué a tientas con la mano en teléfono móvil que estaba sobre la mesita y miré la hora. Las 10 de la mañana. Con pereza me levanté y me vestí. Luego bajé al comedor. Había una nota en la nevera del abuelo "He salido a pescar, volveré por la tarde". Me encogí de hombros y saqué una botella de leche de la nevera. Luego abrí los armarios en busca de algo rico y encontré una caja de galletas normales, las de toda la vida. Me dije que tenía que ir al supermercado a por alguna con chocolate, o a por unos cereales.

Cuando acabé de desayunar me dirigí a mi habitación y cogí mi mochila, donde estaban mis libros y mis apuntes de matemáticas. Luego fui al porche a estudiar, tumbada en la hamaca del abuelo.
A la 1 estaba ya cansada de estudiar, pero como todavía era demasiado pronto para comer cogí dinero y me fui a la tienda del pueblo.
En el supermercado compré provisiones: patatas pringles, de las del bote verde..¡mis favoritas!, algunas latas de Coca-Cola...¡pero muchas de Red Bull! Tabletas de chocolate, chicles y frutos secos. La cajera me miró con una mezcla de incredulidad y sorpresa, supongo que le parecían muchas guarrerías, y la verdad que lo eran, pero tenía que concederme alguna pequeña alegría. Al final del verano parecería una foca...¡pero qué importaba aquello ahora!

Cogí las bolsas y de nuevo emprendí el regreso a casa. Pasé por la plaza central del pueblo donde había un grupo de chicas de mi edad sentadas en los bancos que había rodeando a la fuente del centro de la plaza. Pudé notar como sus miradas se clavaban en mi fijamente. Luego las oí cuchichear entre ellas. Aquello me hizo sentirme algo incómoda así que comencé a andar más rápido.
De repente oí como una de ellas corría hacía a mi llamándome:
-¡Eh! - exclamó.
Me di la vuelta y la miré. Tenía el cabello recogido en una trenza, me llamó mucho su color naranja zanahoira. Vestía con unos grandes pantalones vaqueros y una camiseta de tirantes. Tenía unos grandes ojos verdes y la cara llena de pecas. Parecía una auténtica chica de pueblo (no me gusta para nada la palabra "paleta", aunque supongo que en aquella ocasión era la adecuada) pero parecía simpática.
-¿Me dices a mi? - pregunté. Vale, supongo que era una tontería de pregunta, ¡claro que se refería a mi!
-Sí - dijo ella - ¿eres la nieta del señor Gallagher?
-Sí - contesté - ¿cómo lo sabes?
-Mi abuelo suele ir de pesca con él y me dijo que tu abuelo le había comentado que tú ibas a venir a pasar el verano con él.
-Sí - afirmé.
-Bueno... ¡me llamo Anna!
-Yo me llamó Ruby - le di dos besos.
-Encantada...Si quieres puedes quedarte conmigo y con las chicas - dijo señalando a las chicas de los bancos de la plaza.
-Mmm la verdad es que tengo que ir a casa a dejar la compra...¡llevo un cargamento enorme de Red Bull y no quiero que se enfríe!
-Esta bien... - dijo Anna - De todas formas eres bienvenida siempre que quieras.
-Gracias - agradecí de todo corazón.

Me despedí de ella y me fui a casa, pensando. Quizás no estuviera mal hacer un par de amigas allí, al fin y al cabo pasar todo un verano con la única compañía que el abuelo no era lo más "guay" que se me ocurría...

martes, 11 de mayo de 2010

Capítulo 6

Ya llevabámos dos horas de viaje, no hablaba con mi padre, simplemente miraba la carretera por la ventanilla, mientras escuchaba música a todo volumen con mi mp3.
-Paremos a comer - dijo mi padre de repente.

Llegamos a un aparcamiento de coches de un restaurante de carreta con gasolinera a pocos metros. Me bajé del coche de mala gana y seguí a mi padre al comedor del restaurante, mi mal humor disminuyó un poco cuando noté que el comedor tenía aire acondicionado y cuando me sirvieron una hamburguesa de carne, con mucho ketchup y patatas, delante mío, todo ello acompañado de una Coca-cola helada.
-Ruby... - dijo mi padre - ya se que no quieres ir a casa del abuelo y que estas muy enfadada conmigo por lo de Hawaii...
-Déjalo ya, papá - interrumpí - ahora es tarde, ya he aceptado que me pasaré tooodo el verano con el abuelo.

Aún había un rayo de esperanza de que mi padre se apiadara y me llevará de vuelta a casa. Sin embargo no ocurrió. Mi padre continuó condunciendo y finalmente llegamos al pueblo del abuelo, eran las seis de la tarde.
El pueblo en el que iba a pasar el verano se llamaba Little Wind, un nombre estúpido, lo sé. Apenas habia pisado aquel pueblo en mi vida, en muy contadas ocasiones. De hecho ni siquiera veía demasiado al abuelo, solía venir a vernos a la ciudad en navidad o algún fin de semana en verano, no se trataba demasiado con mi padre...

Little Wind no era demasiado grande, había varias casas, en el centro incluso pequeños apartamentos de tres o cuatro pisos. Las tiendas básicas y varios parques. Sin embargo la casa de mi abuelo estaba algo alejada, en pleno campo.
Había que reconocer que aquel lugar era bonito, con sus prados verdes iluminados por el sol. Lástima que no tuviera playa, tan solo tenía un pequeño lago. Me dije a mi misma que un día iría al pueblo siguiente, donde si había playa.

Mi padre paró el coche frente a la casa del abuelo, no era muy grande, de color naranja claro pintada, con un bonito jardín. En el porche estaba sentado el abuelo, en su vieja mecedora.
-Hola, papá - dijo mi padre.
Mi abuelo masculló entre dientes una especie de saludo. Era un hombre alto y delgado, con el pelo canoso. Había sido policia en Little Wind hasta su jubilación y seguía viviendo allí. La abuela había muerto hacía varios años ya, apenas me acordaba de ella.
Mi abuelo siempre tenía cara de estar de mal humor, sin embargo sabía que en el fondo era bueno, aunque no recordará demasiadas ocasiones en las que el abuelo se hubiera reido, hubiera dicho palabras cariñosas o incluso hubiera sonreido.

-Hola, abuelo - dije.
Nos quedamos en silencio, mi padre intentó sin resultados sacarle conversación al abuelo, este simplemente le respondía con "sí" o "no", y no parecía interesado en la vida de papá.
-Bueno...- dijo mi padre finalmente, incómodo - será mejor que me vaya, mañana tengo que madrugar para coger el avión a Hawaii... - luego me miró a a mi y se dio cuenta de que aquello no había sido precisamente algo apropiado para decir en aquel momento.
-Pasadlo bien - dije.
-Lo mismo digo.. y estudia - dijo mi padre, mientras me daba un abrazo y un beso en la frente. Se volvió a mi abuelo y dijo:
-Adiós papá. Cuida bien de Ruby, Volveré a por ella el 28 de agosto, no lo olvides.
-¡Vete ya! - se quejó mi abuelo.
Mi padre siguió sus órdenes y se metió rápidamente en el coche. Desde allí me saludó con la mano y luego arrancó el coche. Vi como se perdía en la lejanía.

-Vamos - dijo mi abuelo, cuando el ruido del motor se dejó de escuchar y el coche era solo un punto en el horizonte - entra.
Entré y llevé mis cosas a la habitación. Cuando bajé el abuelo estaba en la cocina.
-Ruby - dijo - opino que tu padre es un aútentico cretino al dejarte aquí y permitir que te pierdas esas vacaciones.
-Es culpa de Susan... - dije.
-Lo sé, lo sé... - dijo mi abuelo asintiendo - Yo no me meteré en tus asuntos, sé que no quieres estar en esta casa con tu viejo abuelo, sé que es un fastidio y que odias tener que pasar el vernoa aquí.
-No abuelo, no es eso... - dije, intentando parecer educada - Es solo que no tengo amigos y me aburriré bastante...
-Hay una pandilla de chicos de tu edad en el pueblo - dijo mi abuelo, intentando animarme.
-Creo que me iré a mi habitación a descansar un poco, me he mareado en el coche...
-Esta bien, te llamaré cuando la cena este lista - dijo mi abuelo, levantandose y dirigiéndose al jardín a seguir leyendo el periódico.

Subí a mi habitación y me tumbé en la cama, echa un ovillo. Entonces derramé por primera vez un par de lágrimas. Menuda mierda de verano me esperaba.

domingo, 9 de mayo de 2010

Capítulo 5

-Ruby, ¿ya has hecho la maleta? - preguntó mi padre.
-Síiii - dije, alargando la palabra para mostrar mi fastidio.
Luego oí como mi padre decía:
-¡Sam lleva la maleta de tu hermana al coche!
-¡Ya voy! - gritó mi hermano desde su habitación.

Apenas había pasado una semana desde el fin de curso y mi padre ya me estaba mandando por vacaciones al pueblo del abuelo. Había pasado aquella semana con Lucy y mis otros amigos, aprovechando el tiempo que me quedaba con ellos, iba a pasar julio y agosto enteros alejada de ellos. Menudo asco.
Había metido en la maleta menos ropa de la que pensaba llevar a Hawaii, por supuesto ni siquiera había metido un triste bikini, el pueblo del abuelo no tenía playa, para ir a una tendría que recorrer 30 km. Además no sería divertido ir a la playa sola. Llevaba a mi amado libro de matemáticas y alguna novela para entreterneme. Mi inseparable mp3 con todas mis canciones favoritas, mi teléfono móvil para llamar a Lucy y que me informara de todo lo que ocurriera en la ciudad en mi ausencia, un bloc para dibujar y mi cámara de fotos.

La voz de mi padre me sacó de nuevo de mis pensamientos:
-¡Ruby, tienes visita!
Se trataba de Lucy, que parecía triste:
-Siento mucho que tengas que irte, te echaré de menos.
La abracé y dije:
-Yo también. Pero llevo el móvil y te llamaré tooodos los días.
-No será lo mismo... - dijo, aún triste.
-Vengaaa no te enfurruñes - intentaba sonar de buen humor, pero me estaba resultando díficil, a mi tampoco me hacía ninguna irme y no verla hasta septiembre.

Después de un montón de abrazos y de palabras de despedida mi padre dijo que era hora de irse y vi como Lucy desparecía por la esquina, ¡cuánto la echaría de menos!
Susan salió del salón donde estaba trabajando. Con una sonrisa falsa dibujada en la cara me abrazó y fingió una despedida lo más amable posible:
-¡Ruby! ¡Cuánto te echaré de menos! Espero que a tu vuelta hayas reflexionado y te hayas dado cuenta de que es lo mejor para ti...¡seguro que nos acabamos haciendo amigas!
La fulminé con la mirada, antes muerta que ser amiga de aquella bruja, ambas sabíamos que aquello era algo imposible. Sabía que era mentira, que ella tampoco quería ser realmente mi amiga, solamente lo decía para hacerse la buena delante de mi padre. Era una actriz de primera.
A mi no me importaba que mi padre estuviera con otra mujer, al contrario, me parecía genial, pero Susan era insportable.

Sin hacerle caso a Susan pasé a darle un fuerte abrazo a mi hermano, a él si le echaría mucho de menos.
-¡Pásatelo muy bien, Sam! - dije.
-¡Te traeré algo de Hawaii, lo prometo! - aseguró mi hermano mientras me revolvía el pelo con la mano derecha.
Entonces llegó el momento de montarme en el coche, mi padre hizo lo mismo y arrancó. Miré por la ventanilla como Sam y Susan quedaba atrás, luego dejé de ver la casa, luego llegamos a los edificios de las afueras de la ciudad, y por último deje completamente de ver la ciudad. Ahora solo me quedaban casi cuatro horas de viaje en coche. Suspiré, dos meses lejos de casa, de la ciudad, de mi familia, de mis amigos... Allí empezaba mi verano.


jueves, 6 de mayo de 2010

Capítulo 4

Llegué corriendo a mi habitación y me tiré sobre la cama. A diferencia de lo que hubiera echo cualquier otra chica tras una pelea con su padre y su "madrastra" no lloré, me conforme con pegar puñetazos a mi almohada para dejar escapar toda aquella ira que sentía en aquel momento.

Pensé que mi padre no tardaría demasiado en aparecer en el umbral de la puerta, diciendome que teníamos que hacer las paces e intentar arreglar las cosas, incluso me diría que podía ir a Hawaii y que iba a dejar a Susan (bueno, vale, lo de ir a Hawaii era posible, pero lo de dejar a Susan era bastante improbable, casi imposible).
Sin embargo no vino, me puse el pijama azul celeste de pantalones cortos y camiseta de tirantes, mi favorito. Luego di de comer a Waldo y me puse a escuchar música con mi mp3. Mi padre no llegaba, ni Susan para pedirme disculpas.
Pasaron dos horas y cada vez me convencía más de que nadie iría a verme aquella noche, pero mi hermano entró de repente.
-Hola Ruby... - dijo, sentadóse en la silla de mi escritorio.
-Hola...¿esta muuuy enfadado papá? - pregunté
-Bueno... Es que le ha molestado que te hayas metido con Susan. Sinceramente, yo también opino lo mismo que tú sobre ella, pero te has pasado.
-¡Joder, Sam, he explotado! - me quejé.
-¡Habla bien! - dijo mi hermano, aunque sabía que me entendía, él tampoco soportaba a Susan, pero al menos sabía disimullar mejor que yo - Papá a dicho que te vayas olvidando del viaje a Hawaii, Ruby.
-Lo suponía - suspiré - me tendré que quedar en casa tooodo el verano a estudiar, vaya mierda.
-Espera, espera - dijo Sam - ese no es tu castigo. Hay más.
-¿Qué quieres decir? - me extrañé.
-Papá ha decidido que no vayas a Hawaii... si no a casa del abuelo a pasar el verano.
-¿QUÉ? - exclamé, sin poder creerlo.

Mi padre estaba loco por una aútentica pija arpía, había suspendido matemáticas, tendría que estudiar por verano, me había quedado sin viaje a Hawaii...¡y tenía que a casa del abuelo en vacaciones! Aquello iba de mal en peor.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Capítulo 3

Entré en mi habitación y me senté frente a mi piano dispuesta a calmar nis nervios con la música.
Mis manos se deslizaron suavemente sobre las teclas, estaba casi del todo relajada y evadida de la realidad cuando la puerta de mi habitación se abrío de repente y Susan entró.
-¡Ruby! ¡He dicho que dejes de tocar! ¡Tengo que hacer algunas llamadas importantes y tú ruido me molesta!
La miré intentando fulminarla con la mirada, ¿mi ruido...? ¡Querría decir mi música! No en vano llevaba casi seis años tocando el piano!
-Haz otra cosa más silenciosa, la cena estará pronto - dijo antes de irse de nuevo al salón a seguir hablando con su teléfono móvil de última generación.

Susan era la típica mujer suuuper atractiva, alta y delgada, un tipazo. Como podía permitírselo siempre iba vestida con ropa moderna, elegante y de marcas caras. Tenía el pelo corto, muy moderno también y teñido de negro. A decir verdad siempre llevaba un corte de pelo y un color distinto, después de la calle de las tiendas de lujo el salón de belleza era el lugar favorito de Susan. En fin, la perfecta mujer madura sexy que haría babear a cualquier viudo como mi padre. Mi padre a pesar de tener ya 47 años era un hombre que se conservaba bien, hacía todavía ejercicio, y se resignaba a cortar su melena, fruto de sus años de rockero, a pesar de que Susan le instaba en hacerlo. Uno de los mayores "temores" de mi vida era que un día mi padre entrara en casa de improvisto, sin melena y con bolsas de esas tiendas pijas. Un escalofrío me recorrió, eso ni de coña, ¡puag!

Como quería tener contenta a Susan para que me dejara ir a Hawaii no me quedó otro remedio que hacer otra cosa, pensé el leer un poco, pero la verdad que no me concentraba, así que acabé con mi ordenador portátil entre las piernas, sentada en la cama.

Conecté mi messenger y al instante una ventanita me decía que Lucy estaba hablando conmigo:
-ya ha visto tu padre las notas???
-sí!!!! - tecleé.
-y qué hay de Hawaii??? - escribió ella.
-aún no lo sé, Susan es la encargada de darme permiso PUAAAAG, vaya miiiierdaaaa esa arpía seguro que no me deja, me odia... - escribí.

En aquel preciso instante la voz de mi padre resonó desde el comedor:
-¡Ruby! ¡Sam! ¡Bajad a cenar!
-te tengo que dejar, luego te cuento - le dije a Lucy por el messenger.
-SUERTE!!!! - contestó ella.

Bajé corriendo las escaleras, cuando llegué al comedor Sam estaba sentado junto a Susan, a continuación estaba mi padre, sirviéndose un plato de algo que parecía una de esas comidas sanas y asquerosas que Susan nos obligaba a cenar cuando venía.
Me senté junto a mi padre y miré con asco el menú. Parecían trozos de pescado, recubiertos con una salsa marrón que no tenía muy buena pinta que digamos, y además había varios limones en el fondo de la olla donde estaba servida la comida. Odio los limones. Simplemente no me gustan, no quiero comérlos, ni zumos de limón, ni que en los refrescos me pongan rodajas de limón, absolutamente nada relacionado con el limón, ni los helados ni caramelos. Y Susan lo sabía.
-Creo - dije, lentamente - que prefiero comer otra cosa.
-De eso nada, Susan ha encargado esta comida a un restaurante muy caro, te lo comerás todo - respondió su padre, mientras Susan asentía.
-Papá, ya sabes que Ruby y los limones no se llevan demasiado bien... - comenzó mi hermano, como siempre mi eterno defensor.
-Pues tendrá que ir haciéndose amiga de ellos - contestó mi padre, tozudo.

Con gran asco cogí un trozo de la carne que no estaba demasiado empapado en la salsa apestosa, y evité por todos los medios el limón. Susan me miraba, con una sonrisa maliciosa. La muy zorra había ganado otra batalla. El marcador estaba muy desigual, se inclinaba mucho ha su lado.
-¿Qué tal las notas? - preguntó directamente Susan.
-Bueno, he dejado matemáticas - dije - pero lo demás lo he aprobado.
-Con buenas notas, muy buenas notas -apuntó mi hermano.
-¡Has suspendido matemáticas! ¡Eso es intolerable! ¡Tendrás que estudiar todo el verano para recuperar esa nota! - dijo Susan, haciendose la escandalizada. Parecía que intentaba interpretar el papel de madre preocupada por sus hijos. Lo hacía fatal, pero mi padre era tan iluso que lo veía real.
-Bueno - dijo mi padre -desde luego que tiene que recuperar esa nota..
-¡Desde luego!
Continuamos comiendo en silencio, casi podía a respirar tranquila, ni Susan ni mi padre habían comentado nada de Hawaii,pensaba que estaba salvada, sin embargo Susan dijo:
-Entonces tendré que devolver su billete a Hawaii... o darsélo a mi hermana, ¡seguro que a ella le encantaría venir! Y sería una pena perder ese billete...¿verdad, Anthony? - dijo, mirando a mi padre, esperando su aprobación.
Me hubiera gustado que a continuación mi padre le hubiera dicho que no, que yo iría a ese viaje la primera porque soy su hija y porque me lo merezco, sin embargo dijo, en voz baja, y sin mucha convención:
-Vamos, vamos, Susan...¿de verdad crees que debemos de castigarla? Puede estudiar en Hawaii, por las mañanas, y por las tardes libres...
-¡De eso nada! - se alteró Susan - Anthony, la mejor manera para educar a unos hijos es no darles todo lo que quieran. Esto le servirá a Ruby como lección, la próxima vez que quiera ir de vacaciones tendrá cuidado antes de aprobar.
Mi padre no parecía convencido, Susan suavizó el tono y dijo, mientras le ponía una mano ene l hombro:
-A la larga será mejor para ella, cariño, creéme...

La batalla estaba perdida. Lo supe inmediatamente cuando miré a mi padre a los ojos. De nuevo ponía esa estúpida cara de "Susan es genial, gracias Susan por controrlarme la vida, haré toooodo lo que me ordenes Susan".
-Tienes razón - dijo, mientras mi hermano me miraba con cara de pena y con una mueca que quería decir "lo siento, no hay nada que hacer".
-¡No es justo! - exclamé, dispuesta a pelear - ¡Solo he suspendido una asignatura! ¡Y ella no tiene derecho a dirigir mi vida! ¡Tengo 18 años, y adeás no soy su hija! ¡Papá...!
-Sólo pretendo ayudar, lo que más te conviene es estudiar en verano y centrarte un poco, Ruby...- dijo Susan, de nuevo haciéndose la buena.
-¡Cállate! - grité, mirando a Susan, con aútentico odio - ¡No te soporto! ¡No eres mi madre, jamás serás nada para mi más que una mera lagarta que esta comiendole la cabeza a mi padre!
-¡RUBY! - gritó mi padre, enfadado.
-¡Dejadme en paz! - grité, mientras salía corriendo, con Waldo pisándome los talones.

lunes, 3 de mayo de 2010

Capítulo 2

Llegué a casa, tenía bastante miedo, cada paso que daba me hacía aumentar un poquito más mi nerviosismo.
Abrí la puerta con cuidado y la cerré a mi espaldas no hacer demasiado, sin embargo mi gato Waldo vino a recibirme como es natural...¡parece que predice el preciso instante en el que entraré en casa! Se coló entre mi piernas e intenta apartarlo de mi:
-No es hora de jugar, Waldo - dije, susurrando.
Entonces, en un descuido el llavero, que aún llevaba en la mano, cayó al suelo haciendo un gran estrépito.
-¡Ruby! ¿Ya estás en casa, cielo? - oí la voz de mi padre desde el salón, estaría leyendo el periódico.
-Sí... - dije, suspirando mientras le sacaba la lengua a Waldo mientras pensaba "¡Me has delatado, bribón!".
-¿Qué tal todo, hija? -. me preguntó a la vez que me besaba en la frente.
-Bien... - dije mientras tragaba saliva.
-¿Te han dado ya las notas hoy?
-Sí...- dije, notando como me echaba a temblar.
-Pues dejame verlas - pidió mi padre extendiendo la mano.
-Toma... - dije sacando el boletín del bolso.

Mi padre comenzó a leer, primero vio los aprobados.
-Muy bien este sobresaliente en historia, ¡y otro en música! Notable en dibujo y en Filosofía. ¡Caray has subido la nota en lengua y literatura! Un momento...¿Un 3 en matemáticas?
Levantó la vista hacía mi, con mirada interrogante.

En ese momento entró mi hermano mayor en el salón con su mochila al hombro. Llegaba de la universidad. Mi hermano Sam estudiaba Derecho, tenía 23 años y nos parecíamos bastante. Ojos oscuros, nariz respingona, éramos altos y delgados... El tenía el pelo castaño oscuro y el mío era una mezcla pelirroja y castaña oscura.

-¿Qué tal, familia? - saludó, como de costumbre.
-¡Tú hermana ha suspendido matemáticas! - exclamó mi padre.
Sam se acercó y miró el boletín, tanto él como yo sabíamos que mi padre me había amenzado con no ir de vacaciones a Hawaii si suspendía.
-Bueno,tan solo ha suspendido matemáticas y estoy seguro de que recuperará en septiembre - dijo, intentando defenderme.
-Mmm... - mi padre parecía algo enfadado, aunque menos de lo que esperaba. A decir verdad me había imaginado a mi padre como un ogro, echando fuego por la boca y con una guillotina cerca.
-Venga papá, no puedes castigarla sin vacaciones, no es justo, recuerda que hace dos años repitió curso y tenía unas notas horribles, ¡ahora parece otra! ¡Estudia el triple! Y ten en cuenta de que este ha sido su primer año de bachiller... ¡Tienes que dejarla ir!
-Tengo que hablarlo con Susan - dijo mientras se rascaba la barbilla pensativo.
Mi hermano y yo nos miramos, sabíamos lo que significaba aquello: adiós a mis vacaciones.

Mi madre había muerto hacía 9 años, y mi padre llevaba casi dos saliendo con la horrible Susan.
Al principio Susan y mi padre quedaban para ir a cenar y cosas así, pero últimamente Susan pasaba más tiempo en nuestra casa que en la suya, de hecho venía todos los días a comer y pasar la tarde en casa o incluso a cenar y dormir también con nosotros.
Mi padre la adoraba, a mi me gustaba mucho verle feliz, pero odiaba a Susan. Nunca me cayó bien, desde el primer momento desconfié de ella, era muy pija, de esas que se gastan medio sueldo en ropa, joyas, peluquería y tratamientos de belleza. Cuando mi padre estaba delante fingía ser la madre perfecta. Me molestaba muchísimo que influyera tanto sobre mi padre, ¡era el colmo que tuviera que hablar con ella sobre si debía darme permiso para ir a Hawaii!
Se habían conocido en el trabajo de mi padre, ambos eran periodistas, pero mi padre trabajaba en el periódico local y Susan en uno nacional, con lo que tenía bastante dinero y podía permitirse algún que otro lujo e incontables caprichos.

-Papá... - comencé a quejarme.
-Nada de protestas, esta noche lo hablaremos en la cena.
¡Perfecto, otro día más cenando en compañía de Susan! ¡Aquello iba de mal en peor!
Subí las escaleras junto a Sam y nos separamos en el pasillo, cada uno rumbo a su habitación.
-¡Necesitarás muuucha suerte, hermanita! - dijo mi hermano antes de que yo diera un portazo con rabia, mientras Waldo me miraba desde la escalera con tristeza.


sábado, 24 de abril de 2010

Capítulo 1

"Fin de curso 2010" escribí en mi pupitre con un bolígrafo. Luego dibujé una carita sonriente, algo así como uno de esos iconos que se usan en el messenger. Aquello me hizó sonreir, estaba muy contenta porque el timbre sonaría dentro de unos escasos cinco minutos y aquello significaría que oficialmente había acabado el curso. Miré hacía la ventana, los rayos de sol invadían el aula. Todos los alumnos iban ya con camisetas de tirantes, pantalones cortos y chanclas, se respiraba esa especie de ambiente previo al verano.

De repente la tutora del curso me sacó de mis ensoñaciones para regañarme, como de costumbre:
-¡Ruby! - exclamó, algo mosqueada - ¡Deja de distraerte con todo, chica!
-Lo sieeeento - dije, arrastrando la palabra.
-Estaba diciendo - prosiguió la profesora, ajustándose las gafas - que voy a daros ya los boletines de notas, recordad que los que habéis suspendido tenéis en el tablón de anuncios de secretaría los días de septiembre y las horas a las que debéis venir para recuperar.

¿Recuperaciones? Aquello no era lo mío, no era una lumbreras, pero aquel año me había esborzado bastante y además mi padre me había dicho que como no aprobara todo me quedaría castigada sin ir de vacaciones con él, su nueva novia y mi hermano mayor. Y por nada del mundo me quería perder el viaje a Hawaii que habíamos planeado.

-Ruby - volvió a llamarme la tutora - ven a mi mesa a recoger las notas..¡por Dios, Ruby, hoy estás en otro mundo!
Me levanté y fui con paso ágil hacía la tarima de la profesora para recoger el boletín. Luego regresé a mi mesa.

Entonces vi algo que me dejó completamente horrorizada...¡había suspendido matemáticas! ¡Eso era imposible!
-Profesora - dije inmediatamente levantando la mano - quiero reclamar esta nota con el profesor de matemáticas.
-Esta bien, esta en la sala de profesores lo más seguro, puedes ir.
-Baje corriendo las escaleras rápidamente, chocando un montón de alumnos que acababan de recibir sus notas como yo y decían:
-Ey Rube, ¿qué tal tus notas?
-¿Las notas bien, verdad Ruby?
-Ruby...¿por qué corres?

Sin embargo no me paré a hablar con ellos, tenía que aclarar aquello YA.
Llegué a la sala de profesores y allí encontreé al profesor de matemáticas.
-Profesor tengo que hablar con usted.
-¿Qué ocurre Ruby? ¿deseas saber los temas que entrarán en tu examen de recuperación?
-Pero...¡tiene que haber un error! ¿Cómo es posible que me haya puesto un 3?
-Esta evaluación te has confiado mucho porque tenías las dos primeras aprobadas, así que has bajado mucho y no he tenido otro remedio que suspenderte...
-No hay manera de que me apruebe y no tenga que hacer la recuperación,¿verdad?
-Lo siento - dijo, aunque sabía perfectamente que no lo sentía.
Un alumno más pequeño que yo entró en el despacho para reclamar también por su nota y supe que el profesor no tenía nada más que decirme así que me marché tristemente de nuevo a clase, donde mi mejor amiga, Lucy, me esperaba con mi bolso. Todos se habían ido ya.
-¡Siento lo de las mates!
-¡Oh Lucy, como mi padre no me dejé ir con ellos de vacaciones me muuuero!
-Venga no digas eso mujer... -dijo Lucy.
Lucy era una chica con el cabello castaño claro y grandes ojos marrones, tez pálida y de estatura más bien baja. A pesar de que era mi mejor amiga he de reconocer tenía que reconocer que era algo extraña, a veces se asustaba extrañamente y siempre tenía cierto aire triste, pero no entendía el porqué, pues sacaba buenas notas siempre, los chicos la adoraban, tenía bastantes amigos y unos padres encantadores que le consentían todos los caprichos. Sin embargo a pesar de esta descripción Lucy no era para nada la típica niña mimada, si no que era muy sensata. Siempre me preguntaba qué demonios era lo que necesitaba para ser feliz.
-Espera y verás la que se monta cuando llegué a casa... - dije, temblando.