miércoles, 19 de mayo de 2010

Capítulo 10

A la mañana siguiente estuve estudiando matemáticas por la mañana en el escritorio de mi habitación, mientras mi abuelo estaba cortando el césped del jardín y plantando flores.
Después de comer esperé impaciente a Anna y su amiga Helen, deseaba estar con gente de mi edad, aunque fueran dos desconocidas.

A la seis en punto llegaron ambas. Helen era una chica alta y con una larga y lacia melena negra. Tenía la piel muy blanca y vestía con ropa deportiva de color verde. Anna aquel día se había puesto unos pantalones vaqueros cortos y una camisa blanca que le quedaba al menos tres tallas grande.

Yo en cambio llevaba mi larga melena castaña ondulada recogida en una coleta y unos vaqueros hasta las rodillas, con una camiseta de tirantes negra.

-Esta es Helen, Ruby - presentó Anna.
-Hola - saludé.
-Encantada - respondió Helen, sonriendo.

Comenzamos a pasear y Helen preguntó:
-Bueno, ¿qué impulsa a una chica de ciudad como tú a venir a este pueblecito a "desperdiciar" su verano?
-Es que - repliqué - no estoy aquí por gusto. He suspendido matemáticas y mi padre me ha mandado aquí a pasar el verano con mi abuelo.
-Pero..¿era necesario venir con tu abuelo? - preguntó Helen - ¿No podías estudiar en la ciudad?
Ahora llegaba la parte que no me gustaba contar de mi historia. Con un suspiro expliqué:
-Mi padre, mi hermano y la novia de mi padre estan en Hawaii. Mi castigo inicial era no ir a Hawaii si suspendía... y al final resulta que también he tenido que venir a casa del abuelo.
Anna se sorprendió:
-¡Qué mal! ¡Menudo viaje te estás perdiendo...! - luego dijo, sonrojándose - ¡Uy, perdón! ¡Qué poco tacto tengo, parezco tonta!
-Tranquila - dije, sonriendo - ya lo he aceptado. La culpa en realidad es de la novia de mi padre, me odia. Supongo que sonará a tópico, pero es la verdad...

Llegamos cerca del lago, justo donde yo había estado anoche paseando. Helen se tumbó en la hierba, apoyada en el tronco de un árbol. Yo la imité, mientras Anna se tumbaba directamente sobre la hierba.
Estuvimos un rato en silencio, mientras nos relajabamos y escuchábamos los sonidos del campo. Anna cerró los ojos mientras sonreía.
-Qué bien se esta aquí - comentó Helen - lástima no haber traído algo para comer y beber.
-Sí.. - dije - Ayer por la noche vine a pasear por aquí y había un grupo de chicos allí, en la colina.
-Sabemos quiénes son... - dijo Anna.
-¿Son vuestros amigos? - pregunté, con curiosidad.
-No exactamente... - dijo Anna. Parecía que no le apetecía mucho hablar del tema.
-¿Pero por qué? ¿Os caen mal o qué? - interrogé.
-Verás - comenzó Helen - en el pueblo ya sabes que hay poca gente joven. Pues ellos se divierten haciendo esas cosas, tocan la guitarra, beben cerveza y salen por las noches a acampar junto al lago, es su forma de diversión. Muchas de las chicas les acompañan a veces, supongo que para hacerse las interesantes porque los otros que no van con ellos al lago tienen fama en el pueblo de "pardillos", ya sabes...
Asentí.
-Nosotras alguna vez les hemos acompañado porque las otras chicas insistían - explicó Anna- pero no son precisamente de nuestro agrado.
-¿Pero por qué? - volví a preguntar - ¡No me parece que sea para tanto...! Me parece divertido ir de acampada, ayer no les vi hacer nada malo.
-No es que hagan nada malo - explicó Helen - Es que simplemente no nos gusta su rollo. Algunos son simpáticos, pero otro son unos aútenticos bordes y creídos...

Nos quedamos en silencio, yo no seguí interrogandolas.

Después continuamos hablando de otros temas, y cuando nos dimos cuenta ya era bastante tarde y decidimos volver.
-¡Mañana volveremos a salir!- dijo Anna.
-¡Claro! - contesté.
-Misma hora mismo lugar - dijo Helen.

Entré a casa feliz, Helen y Anna me habían caído muy bien, el verano ya no resultaría tan aburrido.


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